Nº4

4º número de la publicación musical preferida por los chavales. 

Editado en abril de 2014 por: Bill El Mierdas, Carlton Banks, Tiri Jolideis, Cayo Valerio, Macarmota y El Modosito Iglesias.



THE STOOGES: CAPÍTULO 1

Es un diálogo. Rollo Platón.






















NARRADOR: El pasado 16 de marzo murió Scott Asheton. Pensé entonces en mi amigo Toni y en un libro estupendo que él tiene.

NIÑO: ¿Qué libro?

NARRADOR: Pues un libro sobre los Stooges, cretino. No vuelvas a interrumpir.

NIÑO: Sí, señor.

NARRADOR: (Sacando el libro y señalando) Esto que ves aquí en el centro de la cubierta, en relieve y en brillantes letras doradas, este es el nombre del grupo: The Stooges. ¿Sabes leer?

NIÑO: Sí, señor.

NARRADOR: ¿Qué es lo que pone debajo?

NIÑO (leyendo): Combustión espontánea. Un momento de eternidad y poder (1965-2007) Jaime Gonzalo.

NARRADOR: Jaime Gonzalo, exactamente. Es el autor del libro. Un libro que editó Discos Crudos en el año 2008.
(Abre el libro y busca) …,aquí: (lee) “las declaraciones han sido tomadas de entrevistas realizadas por el autor a Iggy Pop entre 1978 y 1983, y a muchos otros implicados a lo largo de los años, o en su defecto, tomadas de las múltiples fuentes que al final del libro se enumeran”

NIÑO:

NARRADOR: Voy a contarte solo el principio. Luego quiero que vayas a tu casa y acabes de leerlo. Y luego quiero que escuches a los Stooges. Sin parar.

NIÑO: Sí señor. ¿Tiene un pitillo, señor? (Coge el pitillo y lo enciende)

NARRADOR: Ann Arbor, ahí vamos a empezar. Una localidad a 90 kilómetros al oeste de Detroit, Michigan, USA. Una ciudad de estudiantes, ciudad de la Universidad de Michigan.
En 1965, cerca del campus central de la universidad, había una tienda de discos: Discount Records. Era la tienda de discos más frecuentada de Ann Arbor. Ahí obtuvo su primer empleo uno de los protagonistas de esta historia: James Newell Osterberg Jr. El joven Jim tenía 18 años. Trabajaba y estudiaba en Ann Arbor pero no vivía ahí. Vivía unos cuantos kilómetros al este, entre Ann Arbor y otra ciudad llamada Ypsilanti, en un parque de caravanas a un lado de la carretera.

Jim se tomaba muy en serio la música. Tocaba la batería en un grupo que se llamaba Prime Movers, una banda de blues. Y antes, mientras estuvo en el instituto, tuvo una banda llamada The Iguanas. … (Silencio)

NIÑO: ¿Señor?

NARRADOR: Ah…, no debo contar la historia así. Para eso ya está el libro. … ¡Otoño de 1966! Eso sí merece atención… El joven Jim viaja hasta Chicago en busca del blues. … Tienes que entender lo de “en busca del blues” Es de vital importancia.

NIÑO: Entiendo señor. Iggy Pop se tomaba la música muy en serio. Y en otoño de 1966 se fue a Chicago a buscar el blues.

NARRADOR: Chico listo. Pues aquel viaje a Chicago fue una revelación. ¡Una revelación! Tuvo la oportunidad de tocar con grandes músicos de blues. Negros todos. Negros mayores, chiflados, hechos polvo. Grandes músicos.

Mientras pasaban los días Iggy pensaba y pensaba… Probó la hierba por primera vez… vivió como un indigente en plan romántico… y su visión fue cogiendo forma. ¡Una visión! ¡Por fin! ¡Por fin!

Supo lo que habría de hacer en adelante… No iba a trabajar para nadie, no volvería a tocar la batería. Quería estar al frente. Y lo más importante, decidió que haría su PROPIO BLUES. Su propio blues, ¿entiendes? No era negro, no era de Chicago…, Qué estúpido tratar de imitar a aquella gente y reproducir lo que hacían! Así que en el invierno de 1966 vuelve a Ann Arbor…, deja que lea (busca y lee): “Debo coger lo que he aprendido aquí y aplicarlo a mi propia experiencia. Voy a volver a Ann Arbor y encontrar a tres o cuatro tíos que no estén impresionados por la escena musical, que no quieran imitar a las bandas británicas ni hacer versiones. Hacer canciones acerca de cómo se vive aquí, en el medio oeste…”

NIÑO: ¿Cómo vivían, señor?

NARRADOR: Aburridos. Igual que tú. Igual que yo. El caso es que Iggy ya conocía a esos chicos que necesitaba.

Dos de ellos eran hermanos, el otro era un amigo de estos. Y los tres eran parecidos: marginados, lunáticos, extraños. Eran un par de años más jóvenes que Iggy. Solo les interesaba la música y hacer el vago. “Todo el tiempo para malgastar”. Deja que te los dibuje:
El menor de aquellos hermanos se llamaba Scott Asheton. Su rollo eran las peleas, era un matón. Llevaba tupé, patillas, y las mangas de la camisa enrolladas. Era un greaser. Iggy le había dado lecciones de batería alguna vez. Scott le gustaba. A Iggy le atraía el peligro y todo lo que se saliera de lo común.

El hermano mayor de Scott se llamaba Ron. Fue de los primeros a los que echaron del colegio por llevar el pelo largo. Ron e Iggy se habían tratado más. Se veían las caras en Discount Records y en The Jug, la cafetería de la Universidad de Michigan. Además, durante un breve periodo, y por invitación de Iggy precisamente, Ron tocó el bajo con Prime Movers.

El cuarto stooge era un amigo de los Asheton: Dave Alexander. “Dave era un tipo de piel lechosa, físicamente desastrado. Su padre era carnicero, venían de Withmore Lake, Michigan, un pequeña aldea de 150 habitantes. Un sitio que solía producir chavales muy degenerados. A los 12 años Dave ya le daba al pegamento, los somníferos y otras drogas de farmacia. Siempre andaba metido en asuntos chungos”. Son palabras de Iggy.

Los tres estaban pa`llá. Más que Iggy. Sí…, pero el joven James iba a ponerse a su altura, y tanto que sí. A principios de 1967 montan la banda, y empiezan a reunirse para experimentar. Ah…, piensa en esas criaturas en el sótano de la casa de los Asheton, o en el sótano de la de Dave, aprovechando los ratos sin padres, fumando hachís sin parar…, ¿Es posible que alguno imaginara que dos años después, en la primavera de 1969, fueran a grabar aquel LP; esas ocho canciones para la historia? “Tan pequeña cantidad de música y tanta emoción”… ¿Qué haces?

NIÑO: Tengo que irme macho

NARRADOR: ¿Cómo que macho? Pero si acabo de empezar; si aún no han elegido nombre para la banda… Quería llegar hasta la primavera de 1969, cuando fueron a Nueva York para grabar…

NIÑO: Me lo cuentas en el siguiente Donato macho, tengo que irme.

NARRADOR: Quieto ahí un momento. Solo una cosa más. Siéntate…, una cosa más. Te va a gustar. Va sobre cómo se libraron de ir a Vietnam.

NIÑO: Mola, te escucho.

NARRADOR: Entre 1966 y 1968, el gobierno de Estados Unidos pretendió reclutar 650.000 jóvenes para llevarlos a Vietnam. Cuando los llamaron de la oficina de reclutamiento, los Stooges, que ya eran amigos inseparables, hicieron una apuesta: el que durara menos tiempo dentro de aquella oficina ganaba.

Presta atención hijo. Si algún día te llaman a filas, si pasa algo así, quiero que te comportes exactamente igual que los Stooges. Tienes que prometérmelo.

NIÑO: Prometido macho.

NARRADOR: Iggy Pop se libró fingiéndose homosexual. Se presentó al examen médico totalmente volado, sin ropa interior y con la polla en erección. Luego se puso a lloriquear. Lo sacaron de ahí al cabo de dos horas. Fue el que más tiempo estuvo.

El siguiente stooge que pasó más tiempo en aquella oficina fue Ron. Se había pasado la noche anterior sin pegar ojo, ciego de anfetaminas. Les dijo a los de reclutamiento que era homosexual y que tenía desórdenes nerviosos. Rellenó los formularios al azar, para demostrarles que no funcionaba como una persona normal. Se negó a pasar la prueba física y lo enviaron al psiquiatra. El psiquiatra resultó ser gay y le sobó los genitales a conciencia. Pervertido hijo de puta.

Luego fue Scott. Llevaba dos días sin dormir, borracho y colocado. Justo antes de aparecer se pintó una bombilla en la frente con lápiz de labios. Bebió más cerveza y entró hecho una furia. Vomitó sobre la mesa de uno de aquellos señores y lo dieron por inútil. Le pegaron unos tortazos y lo llevaron al calabozo.

El que menos duró fue Dave Alexander. Solo estuvo dentro media hora. Llevaba un peinado de paje a lo Brian Jones y un montón de maquillaje. Iba cargado de drogas y se comportaba como un lunático.
Te seguiré contando en el próximo Donato…

NIÑO: Mola

NARRADOR: Life’s a bitch.



Carlton Banks

TODAS LAS BANDAS QUE CONOZCO SE PARECEN A BANDAS QUE CONOZCO

YO


La mayoría de los grupos que conozco se parecen a Stillwater. Para aquellos que no hayáis oído hablar de ellos (lo cual está muy bien, porque no existen y no merecerían la pena), son la banda a la que se une un chaval de 15 años llamado William Miller en la película Casi Famosos. Aparte de ser una banda de mediocre hard rock de los 70 que se cree, yo qué sé, Led Zeppelin, son un ente abominable. Se pasan toda la película intentado aparentar lo que no son y dándoselas de auténticos, - ¡de auténticos, de auténticos, de auténticos…” repiten como una mantra - rodeados de tías mediocres, y gastándose un montón de pasta. Yo no conozco ninguna banda que toque hard rock setentero- de hecho, no conozco ninguna banda que quiera ser Led Zeppelin- ni que les sigan tías allá donde vayan a tocar, preferentemente en tetas y más bien idas, y aún menos conozco una banda que tenga un montón de pasta para gastar.

Aún así, conozco muchas bandas que se parecen a Stillwater. Conozco muchas bandas que aparentan ser lo que no son. Escuchas su disco, por un momento te parece bueno, vas a un concierto y al mismo tiempo que la vergüenza ajena despierta, se te cae el alma a los pies. En tu casa, joder, en tu sofá, habías oído algo que tenía rollo, cosa, actitud o lo que sea pero lo que ves es un grupo bendecido por las bondades de un sonido de mierda y te da pena haber tenido la esperanza. Lo que ves es 4 o 5 amigos, si es que lo son, que no se creen realmente a ellos mismos y no saben disimularlo. Por eso, probablemente, hablan de ello demasiado.

De hecho, ni me importa que sus canciones sean buenas. El mundo está jodidamente lleno de canciones buenas, igual que de tías guapas. En algún punto tienes que escoger y si te vuelves exquisito, olvídate.

Creo la imagen tiene mucho que ver con la fascinación que el rocknroll despierta. Y no me refiero a la imagen como estética que rodea a este u otro grupo, si no a la capacidad limitada de la imagen de contar una historia sobre el grupo. La imagen inmóvil de tu grupo favorito haciendo el retrasado es mucho más determinante para tu cabecita inútil que ver las explosiones de Atocha por televisión todos los años. Cualesquiera que sean esos mecanismos que se ponen en marcha, ocurre que esa y otras mil imágenes de tu grupo favorito despiertan precisamente, una pretensión, un “yo quiero” tan grande que, si no lo has evitado a estar alturas, vas fino.

Ocurre que esa imagen es, eso, una imagen. No tiene pasado, no tiene futuro; en definitiva, no tiene vida ni por lo tanto se ríe, llora, suelta un par de tortas, discute, tiene novia, tiene novio, conduce un coche… De si uno es o no es inteligente dependerá como responda a esa fascinación y como pueda sacarle provecho y ya si eso convertir el “yo, yo quiero” en “yo, yo puedo”. Chavales, ya podéis empezar a repetiros “yo, yo puedo” “yo, yo puedo” hasta el hastío que así no os convencéis ni vosotros mismos.

Muchas de las bandas que conozco se parecen a Stillwater. Llenas de gente que, más que tocar rocknroll, visten rocknroll y pasean amplificadores como si pasearan a un perro en el bolso. El gran problema, desde aquí, en calzoncillos, es que la mayoría de la gente o no sabe, o no puede o no quiere, ser más que el reflejo de lo que ya conocen. Stillwater pretendían ser, creemos, Led Zeppelin (me molesta nombrarles tanto de repente) y estas otras bandas pretenden también. Igual no de una manera consciente - consciente sería mejor - pero definitivamente lo hacen. Pretenden ser duros o pretenden ser blandos, pretenden punk o pretenden pop pero todos pretenden. La mayoría de las bandas que conozco son el reflejo vano de otras tantas bandas que conozco. Posiblemente por eso, no son bandas sino, yo que sé, colegas, amiguetes, cocainómanos que solventan la conciencia de su adicción rodeados de otros cocainómanos…

El dinero no tiene nada que ver con ello. La notoriedad no tiene nada que ver con ello. Este problema no resuelve diciendo “eh tío, esto sí que es underground” Me la suda el underground.

Eh, pretender no es malo pero si pretendes, hazlo bien. Por suerte también conozco bandas que lo pretenden todo, por encima de muchos, y bandas que no pretenden nada. Ambos extremos me parecen geniales. Lo que no me parece genial es la mediocridad, el humillante intento de parecer pero no ser, de imitar, de ser reflejo de una imagen que pertenece a la historia y es inmóvil. El otro día creí que me cruzaba en un concierto con Stiv Bators, lo juro. Obviamente no era Stiv Bators, era un tío de Madrid que parecía sacado de la portada del Young, Loud and Snotty. Me dieron ganas de decirle que parecía una postal y que, encima, su grupo era malísimo.

Voy a acabar el artículo aquí. Realmente, no tengo mucho más que decir y no espero que se me entienda. Sólo lo he escrito para que, a mi lado, Coppel parezca mucho más gilipollas.



Cayo Valerio



SHUT THE FUCK UP, COCKSUCKER.

 
En los últimos dos meses he ido a cuatro conciertos por aquí en Coruña que han estado de puta madre, no se puede decir que no se cueza el asunto en la ciudad, de hecho, quien no quiere ir a conciertos en directo baratos y de calidad es porque es un chupapollas.

El primero al que fuimos Pedro (el mono que solía ser nuestro redactor) y yo fue en la “Casa Tomada”, un recinto dabuti en la estación de tren de la ciudad, donde no solo van grupos buenos, sino que además la cerveza está a euro y medio con lo que puedes refrescarte por un precio irrisorio. Ese día actuaban Terremoto sí y Lobisome. Los primeros son un grupo ruidoso y que me parecen increíbles, un sonido distorsionado con voces exclamando ser azotadas de manera melodiosa, casi me parto el cuello bailando con ellos, tocan rápido y frenético, no os los perdáis si pasan por vuestra deprimente ciudad, cerrad el vídeo porno que estéis visualizando, limpiaros la verga y bajad a la sala donde toquen para ver si encontráis a alguna muchacha insidiosa que también los disfrute entre el público, si le molan los Terremoto entonces esa tía vale la pena.

Luego vinieron Lobisome, desde Pontevedra, trajeron un sonido “serie B”, con un material que a mí me pareció cojonudo, a pesar de que en la sala no estaban muy inclinados a bailar enloquecidos, algunos nos pusimos modo “slam-dance” y decidimos agitarnos como posesos, su mierda lo reclamaba, nos pedía a gritos volvernos hombres lobo, estos tres cabrones trajeron la luna llena a Coruña y algunos nos transformamos y mordimos a diestro y siniestro.

Si hubieran venido vestidos de enfermeras nos habríamos dejado inyectar en el culo lo que ellos hubieran querido.

Aquella noche la lié en un kebab, en una hamburguesería ahuyenté a un borracho y fui premiado con una hamburguesa completa, más tarde fuimos al bar Faluya donde mi comportamiento pesado de borracho me hizo pensar que era mejor irme a la cama, aquellas dos botellas de vino no me sentaron tan bien como deberían y el llevar varios días bebiendo me tumbó y me dejó sonado como si de un boxeador welter mediocre se tratase.

Al cabo de un par de semanas tocaba volver a la carga. Joder, tocaban otra vez los Terremoto sí, esta vez en el “Embora” de Santiago de Compostela y acompañados de Uzumaki y de Cuchillo de Fuego, además era gratis, así que perderse eso no tenía sentido. Agarramos botas y camisa nueva, mi querida mujercita y yo, y llegando antes de que empezaran, pedimos unas cervecitas para ver cómo encajar el principio del show.
Esta es mi piba

Comenzaron los de Terremoto, y no os voy a dar la plasta de nuevo, fueron la polla, nadie bailaba excepto un melenudo que tenía al lado y yo, por supuesto. Acabaron y empezó Uzumaki, entonces fue cuando me enteré de que el capullo de greñas que tenía al lado bailando era el guitarra del grupo, joder ese tío que se había peleado bailando conmigo antes ahora tocaba… El amo. Los de Uzumaki son dos, el guitarrista y un bajista, del golpeteo se encarga una caja de ritmos. Está de puta madre, si esa fórmula le funcionaba al puto Steve Albini, en Ourense también funciona, de hecho creo que el pitido de oídos que tuve 4 días después fue por estar pegado al amplificador de este grupo. Martillearon mi cabeza he hicieron lo que quisieron, la verdad es que sonaron increíble. Tocan a una velocidad de infarto y además tienen un sonido que te agarra de los tobillos y te hace mover todo el cuerpo. Les insulté un poco, les llamé maricones y tal, pero es que me estaban molando y eso no puede ser tío, si me llegas, te insulto, además el bajista se quitó la camisa, hacía bien su trabajo, se equivocó una vez, y lo reconoció, no te preocupes tío, nos estabas flipando.

De los Cuchillo de fuego no me acuerdo muy bien, la gente estaba más animada que con los anteriores, todos bailaban ya, y yo estaba pedísimo, así que me imagino que fueron buenos que te cagas, pero preguntadle a otro que viniera al concierto porque no tengo ni puta idea de cómo sonaron, solo sé que me empujaron, que le pisé los pedales al guitarra que se enfadó y me echó del escenario improvisado y tope cutre que había allí y que el cantante se abalanzaba sobre el público, nada más.

Eso fue un jueves, pues bien, el sábado de esa misma semana los chicos de Donato junto con los de Discos Porno organizábamos un concierto donde tocaban Uzumaki y nuestros queridos amigos The Buildings .

Primero de todo, deciros que en la sala en la que tocaron fue el “Joana’s place” un antro donde habíamos visto a algún que otro grupo local bastante aburrido. Debe ser que en ese garito están acostumbrados a que toquen grupos tostón que hacen que el vecino de arriba no denuncie a la policía local porque le ayudan a quedarse frito mientras se la casca viendo fotos de jovencitas. El caso es que ya en la prueba de sonido la pedorra que se encargaba del local pidió que se bajase el volumen… Vamos a ver tronca, era un concierto de punk rock, te habíamos pasado las canciones de los grupos, que no debiste escuchar porque eres una puta ¿y nos vienes con esas ahora? QUE TE DEN. Y le dieron bien por el culo, porque los de Uzumaki, a pesar de notárseles un poco cansados por llevar todo el fin de semana tocando, dieron tralla y cuando llegaron los jodidos Buildings se cagó la perra.

Estos llevaban también tocando varios días, pero venían a lo que venían, The Buildings no se amilanaron, hay que mover el culo con estos tíos. El apoyo local no fue muy notorio, no fuimos más que un puñado de indeseables, pero cojones, al menos nosotros nos agitamos como perros rabiosos para suplir la calma del resto, y es que estos tipos son increíbles, su sonido es inmejorable y si te gusta el pop o el punk o lo que mierda te guste, pues te van a parecer buenos. Su EP “I’m Alone” es tremendo y las canciones que tocaron me hicieron bailar hasta marearme.

En medio del directo llegó la encargada a decir que un tema más y se acababa el espectáculo, pero ni ellos ni nosotros estábamos dispuestos a eso. ¿Qué pasó? Pues bueno, como solo les dejaban un tema más, pero la cochina esa no especificó cuánto debía durar… dieron el resto del concierto seguido y a tomar por el culo. Podía parecer una piedra en el camino, pero troncos… fue la hostia en vineguer! Se quedó una versión de Nirvana en el tintero, pero es que cuando Toni, el guitarra cacereño del grupo, se lanzó sobre Gonzalo, el batera, ya nada podía venir más que el desplome del tugurio ese.

Al final acabó llegando la madera, el vecino no podría pelársela a gusto con estos tíos dándole el coñazo y acabó llamando al 092, es la que hay, nosotros vendimos unos fanzines y la noche con los Buildings por Coruña fue memorable, “El Rus” dio buena cuenta de ello.

Pero amigos, aquí no acaba el asunto, hace unos días me enteré de que venía a la “Casa Tomada” ni más ni menos que el puto Mike Watt, el bajista de los Minutemen, probablemente el grupo que más respeto y admiro en estos momentos, iba a tocar en la puta mierda de ciudad en la que vivo, en el puto garito más cojonudo para dar conciertos que hay en kilómetros a la redonda, para que Pedro (que vino en patines y vestido de ramera) y yo lo viésemos… y por ocho miserables y cochinos euros nada más… WE JAM ECONO.

Pues bien, era martes de carnaval y me había atiborrado de lacón, costilla, grelos y todo el fandango que acompaña a la comida festiva, incluido el vino de Casa Cuenca, un cosechero muy bueno que compran mis padres para los cocidos y las cenas en general.
Llegamos antes de tiempo y yo la verdad que no sabía quién tocaba y quién no (aparte del anciano de San Pedro, California) .

El caso es que el concierto empezó y todos mirábamos al escenario hasta que nos dimos cuenta de que el primero en actuar no estaba ahí sino que se había puesto a dar su espectáculo encima de un alto que hay a la espalda del público. Era un suizo que tocaba la guitarra clásica amplificada y que tiene por nombre L'Œillère.

Tocó un rato música extraña llena de sonidos extravagantes y de recursos raros y silencios acompañados de ruidos minimalistas, para mi gusto un tanto excesivo, pero joder el tipo era original y no tocaba nada mal. A este hombre le siguió Guess What, dos notas que vinieron disfrazados de árabes con unos atuendos muy peculiares y que hacían una especie de música con organillos y teclados, además de una minitrompeta que tocaba el batería, emulando una mezcla entre la antigua Persia y la música que hacen los gitanos para que una cabra se suba sobre una banqueta.

Si hubiesen recortado la duración del concierto a la mitad hubiera sido bestial porque al final se hacían un poco pesados y monótonos, pero no estuvieron mal. Al terminar ellos, volvió el tipo de la guitarra, pero joder nosotros queríamos ver a Mike Watt y The Missingmen, así que salimos a que Pedro fumase un cígar y a tomar el aire unos segundos.

Volvimos, se subió al escenario Raúl Morales, el batería de The Missingmen y luego Tom Watson, el guitarrista, y por la puerta entró un orondo hombre grande y envejecido que albergaba el aspecto que algún día tuvo el joven y delgado Mike Watt pero deformado por los años, cojeando y subiendo a la palestra ayudado por sus dos compañeros de grupo. Nos miró y empezó a hablar, no se qué dijo, pero es Mike Watt, un tipo listo y que sabe de qué habla así que seguro que estaba diciendo algo cojonudo, lo único que entendí fue: “We’re going to play a 45 minutes song in 30 parts” y entonces pensé: “aquí no ha pasado el tiempo y si su cuerpo lo ha notado, su mente sigue siendo tan genial como en 1980”.

El concierto fue de lo mejor que he visto jamás, le dio una caña increíble, el grupo sonaba impresionante y Mike Watt tripulaba una banda impresionante que se había juntado para seguir rodando en la carretera, dando color a las ciudades en las que se detenía y reventando tu puta cara de idiota allá donde enchufase ese bajo desgastado. Tocaron sus temas propios y al final unos cuantos de Minutemen que sonaban acojonantes. También hicieron una especie de Jam Session con los otros dos grupos que fue bastante entretenida.

Hay conciertos de la banda subidos a internet, podéis verlo y haceros una idea, pero si de verdad queréis alucinar, no dejéis de ir a verlo en directo, porque es para recordar.

Antes de terminar la reseña, he de advertiros que estoy un poco cabreado. Es mi estado normal, soy un malhumorado y un poco mamón, pero a veces pienso en la movida en la que quiero estar, y veo a otras personas que son un poco capullas. Dónde estábais en el concierto de Mike Watt? No os culpo por ello, pero esa gente que edita sus fanzines en papel de 50 gramos… madre mía cuanta paja... Por el contrario, la gente que se sienta en una mierda después de haber dado un concierto increíble y de haber pasado la noche colocados contigo (Santi que te den), la peña que su bebida favorita es la “limonada” (una limonada con más vodka que limón) y la que se queda hablando y bailando contigo en los conciertos… Para mí esa gente, y no los lameculos que solo se alaban y van a ver entre ellos, esa gente y solo esa gente, son la Gente Donato.


Carlos Coppel Pérez-Herrera

SALUDOS

 



El dinosaurio no solo seguía ahí, sino que se había comprado un jersey de rayas y unas gafas de pasta. Queremos fostiar al dinosaurio. Queremos sudar.

Editamos en papel porque nos parece sincero parir algo. El hipervínculo es una mierda. Es tan diplomático y serio que se traslada a los conciertos, y nadie suda, y los dinosaurios siguen ahí. Nosotros tampoco hemos visto nunca a un indio a caballo. Pero, ¿somos sinceros? Os lo preguntamos a vosotros sin saber muy bien si nos interesa vuestra respuesta. Lo que somos es gilipollas. Queremos hacer esto con la sangre de nuestras narices.

Se consideró al punk como algo guay, y se mezclo el querer hacer algo con el querer ser algo. No se salió a jugar bajo la lluvia, se salió a jugar bajo el patio cubierto.