Mientras suena de fondo la voz del
hombre, me es imposible no escribir acerca de un corazón que me
motiva cada día. No apareció hace mucho tiempo en mi vida, pero es
como si desde mi nacimiento hubiese estado predestinado a escucharle.
“Hank Williams”, nacido como Hiram King Williams un día de
septiembre de 1923, es para mí una referencia clave en la música
del siglo XX. En un primer momento se me pasó por la cabeza el
escribir sobre su vida, pero lamentablemente no podría contaros nada
que la Wikipedia (en su versión inglesa, por supuesto) no os pudiese
contar, así que me decidí por redactar mis impresiones y
sentimientos tanto por él como por su nieto “Hank Williams III”
y su acompañante Joe Buck Yourself.
Cómo no hablar acerca de un
hombre que encabezó lo que fue la expansión de un género como es
el country, lleno de soledad y tristeza, de amargura y alcoholismo,
de fiesta y romances, un género que resume en gran medida el
sentimiento humano más profundo. El country entra dentro del alma
para sacar de ella lo que el espíritu esconde, lo que intentamos
tapar, y precisamente por esto, Hank Williams Sr es un icono
importantísimo de este género.
Enseñado por un negro, al que le
pagaba con alojamiento y comida en la posada que regentaba su madre,
aprendió a tocar la guitarra, e influenciado por el magnífico
Jimmie Rodgers, Williams desarrolló una carrera musical muy notoria,
empezando con un pequeño programa de Radio un par de días a la
semana y consiguiendo llegar a la fama debido a la potencia de sus
canciones y a su innovadora manera de enfocar lo que hasta entonces
era el country. En todas sus canciones podemos notar el dolor que
experimentaba, tanto física como emocionalmente, ya que padecía de
espina bífida oculta, enfermedad que le acarrearía intensas
dolencias y que le hizo caer en un profundo alcoholismo que llevaría
su carrera musical por altibajos. A este dolor, podemos sumarle el
que le producirían sus inestables relaciones sentimentales, es
precisamente éste el que se refleja en canciones como “Cold
Heart”, uno de sus grandes éxitos, o en “No one will ever know”
temas que gozan de una profundidad jamás expresada anteriormente,
que narran las pesadumbres de un hombre normal, que cualquier persona
puede experimentar, y que cuando la sientes y coincides con una de
estas maravillosas canciones, no puedes evitar el pensar que están
escritas para ti, que son parte de tu vida, como lo fueron de la
suya, y que a pesar de todos los cambios que experimentó el planeta
en el más de medio siglo que ha transcurrido desde la muerte de
Williams siguen siendo vigentes hoy en día.
Hank Williams |
Para que os hagáis una idea de la
importancia que Hank Williams ha tenido en el country, no hay más
que escuchar un tema del famosísimo Johnny Cash que se titula “The
night Hank Williams came to town” donde se expresa lo que un genio
de este género como es Cash sintió al verle en directo, de cómo
las gente se aglomeraban en el que sería el gran espectáculo aquel
año.
Es sin duda un icono, que a la
temprana edad de veintinueve años abandonó su camino, en el día de
año nuevo, viajando en un coche, después de tomar morfina, alcohol
y pastillas y dirigiéndose a un concierto que jamás dio. Aquella
gente se quedó sin ver su espectáculo, y el mundo se despedía con
una sonrisa de Hank, con un hasta pronto amigo, por fin terminó tu
dolor, descansa en paz por todos nosotros.
Pero como si de un fantasma se
tratase, y saltándose una generación, ya finalizando el siglo XX,
precisamente en 1999, cuarenta y seis años después de la muerte del
maestro, sale a la luz “Risin’ Outlaw”. El mundo de la música
western debió quedar conmocionado, ya que de la nada Hank Williams
había vuelto. Pero ya no era el cantante de antes, este nuevo sureño
ya no era un músico de la luz, si no de la más oscura tiniebla,
influenciado por el punk y el heavy metal que se desarrolló
profundamente en Dixie (como conocen los americanos a los estados
confederados), “III” había agregado al sonido rebelde de su
abuelo un toque de destrucción, una patada en los huevos al country
cuando este estilo más necesitaba ser pateado. Si ya sus mayores
maestros: Merle Haggard, George Jones o David Allan Coe eran unos
auténticos Outlaw, con la llegada de Hank III ese estilo que dejaba
al sonido puro de Nashville a la altura del betún, tomaba más
fuerza, más cuerpo y una crudeza, si no excesiva, tremendamente
abrumadora.
Se pueden decir mil nombres, pero
creo que en esencia, “Ruby get back to the hills” es una canción
que resume muy bien el estilo de Hank 3, Un inicio de country,
rápido, clavado al “Boom-Chicka-Boom” de “The Man in Black”
seguido por un golpe frenético de metal, con una vuelta al country
más ruda, más fuerte, pero clásica, para terminar con sonidos casi
guturales que te llevan al verdadero country, al cruce de carreteras
donde el mismísimo Robert Johnson vendió su alma al diablo, sonidos
que te agarran de los tobillos y te meten, aunque no quieras, en el
inframundo, donde vive el espíritu de este músico maldito.
Hank III |
Dentro de este heavy que
desarrolla, la cumbre del mismo se alcanza, no cuando él es el
guitarrista, lo normal en cualquier agrupación en la que participa,
esta vez lo logra siendo bajista, ya que es un sueño para Williams
el poder decir que ha participado en la misma banda que el famoso
Phil Anselmo, cantante de Pantera, en el conocido “Superjoint
Ritual”, grupo de metal, que para mi gusto (y como soy yo el que
escribo, mi gusto es el único que podréis mamar en este texto sucio
como la música de la que os hablo) es el sur llevado a la tiniebla.
La borrachera unida a la resaca, unida a la borrachera de nuevo. Es
el grupo que te despierta con bourbon en tus cereales. Una agrupación
excelente con un efecto de directo-en-la-mandíbula. Un lujazo donde
los haya.
Pero a pesar de que Hank Williams
III tenga esa apariencia de Punk medio Heavy, medio mendigo, es sin
duda el cantante de country vivo de más importancia. Consigue un
sonido nunca antes visto. Temas de todas las características bogan
en sus discos para llegar a buen puerto. Aún hoy en activo, sacó su
último LP en 2012, donde se aprecia una evolución a Dios sabe que
(o más bien Satán sabe que) lugar. Es por lo tanto una experiencia
dentro de tu ser el escucharle, ya que dependiendo de las manos en
las que caiga, tomará una forma distinta. Teniendo temas para todos
los públicos, más duros, más suaves, prácticamente de cualquier
temática, pero todos, de excelentísima calidad musical.
A pesar de todo, no voy a hablaros
más de Superjoint, ni de “III” del cual os recomendaría mil
temas como “3 shades of Black”, “Country Heroes”,
“Mississippi Mud” o “Louisiana Stripes”, canciones que van
desde la maldición con la que él mismo nace, a historias clásicas
de temática típica sureña como la cárcel y las borracheras que
duran semanas. Y no os voy a hablar más, no porque no tenga cosas
que deciros de él, ya que podría poneros cada una de sus letras y
escribir un libro con ellas. Pero prefiero animaros a que lo
descubráis vosotros mismos, con esas pequeñas directrices que os he
dado.
Ahora le toca el turno a un grande
en la sombra, un hombre que está a la derecha de Hank 3 en la
mayoría de sus espectáculos, portando un enorme contrabajo y un
aspecto más deplorable que el resto de sus acompañantes, dignamente
vestidos con sus camisas y sus pantalones vaqueros. Éste señor es
Joe Buck Yourself, Un hombre con una caravana.
Joe Buck es un fuera de serie que
apenas ha dejado constancia en trabajos de estudio para la
posteridad, pero del que si buscas en Youtube, encontrarás
centenares de directos en los sitios más rimbombantes y precarios de
todo Estados Unidos. Nacido en Kentucky, cuna del que para mí es
elixir de la vida y mi bebida oficial, el Bourbon. Lo conocí
buscando un documental de “III” que se puede ver en tres
episodios, donde él lleva el timón mientras pasea por el Country
Music Hall of Fame and Museum de Nashville en Tennessee. Buck suele
tocar la guitarra acompañándola de un bombo que aporrea como si no
hubiera mañana, con una cara endemoniada, bajo focos de luces rojas
que evocan a belcebú, y no es para menos, ya que la mayoría de sus
letras hablan del demonio y de su amistad y simpatía por él. Desde
tangos a ruidos insospechados crean el repertorio de un músico al
que la Iglesia buscaría practicarle un exorcismo con la mayor
celeridad que fuera posible. Hijo del pecado, es el más claro
referente del “Life of Sin” de Williams ya que en sus ojos
pequeños y adaptados a las condiciones de su lugar de procedencia,
se puede observar su vida como si de anillos en un árbol se tratase.
No me quiero soltar más el rollo queridos amigos, así que os animo
a escuchar su “Who that”, su “Tango of dead” y como no su
“Demon in my head”.
Joe Buck Yourself |
Para otra ocasión os hablaré de
Jason Ricci, pero aún tengo que seguir aprendiendo de él y además,
mi petaca de whiskey se ha quedado vacía tras escribiros y tengo que
bajar al supermercado a comprar “Jim Beam” así que espero que
vuestras almas soporten toda la maldad de los temas que os he
propuesto y que nos veamos en otra ocasión, quizá en algún After
hour, ya que si por algo nos caracterizamos yo y los míos es “Por
el amor al After”. Con Dios hermanos.
Carlos “Bill el Mierdas”
Coppel
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