YO |
La
mayoría de los grupos que conozco se parecen a Stillwater. Para
aquellos que no hayáis oído hablar de ellos (lo cual está muy
bien, porque no existen y no merecerían la pena), son la banda a la
que se une un chaval de 15 años llamado William Miller en la
película Casi
Famosos.
Aparte de ser una banda de mediocre hard rock de los 70 que se cree,
yo qué sé, Led Zeppelin, son un ente abominable. Se pasan toda la
película intentado aparentar lo que no son y dándoselas de
auténticos, - ¡de auténticos, de auténticos, de auténticos…”
repiten como una mantra - rodeados de tías mediocres, y gastándose
un montón de pasta. Yo no conozco ninguna banda que toque hard rock
setentero- de hecho, no conozco ninguna banda que quiera ser Led
Zeppelin- ni que les sigan tías allá donde vayan a tocar,
preferentemente en tetas y más bien idas, y aún menos conozco una
banda que tenga un montón de pasta para gastar.
Aún
así, conozco muchas bandas que se parecen a Stillwater. Conozco
muchas bandas que aparentan ser lo que no son. Escuchas su disco, por
un momento te parece bueno, vas a un concierto y al mismo tiempo que
la vergüenza ajena despierta, se te cae el alma a los pies. En tu
casa, joder, en tu sofá, habías oído algo que tenía rollo, cosa,
actitud o lo que sea pero lo que ves es un grupo bendecido por las
bondades de un sonido de mierda y te da pena haber tenido la
esperanza. Lo que ves es 4 o 5 amigos, si es que lo son, que no se
creen realmente a ellos mismos y no saben disimularlo. Por eso,
probablemente, hablan de ello demasiado.
De
hecho, ni me importa que sus canciones sean buenas. El mundo está
jodidamente lleno de canciones buenas, igual que de tías guapas. En
algún punto tienes que escoger y si te vuelves exquisito, olvídate.
Creo
la imagen tiene mucho que ver con la fascinación que el rocknroll
despierta. Y no me refiero a la imagen como estética que rodea a
este u otro grupo, si no a la capacidad limitada de la imagen de
contar una historia sobre el grupo. La imagen inmóvil de tu grupo
favorito haciendo el retrasado es mucho más determinante para tu
cabecita inútil que ver las explosiones de Atocha por televisión
todos los años. Cualesquiera que sean esos mecanismos que se ponen
en marcha, ocurre que esa y otras mil imágenes de tu grupo favorito
despiertan precisamente, una pretensión, un “yo quiero” tan
grande que, si no lo has evitado a estar alturas, vas fino.
Ocurre
que esa imagen es, eso, una imagen. No tiene pasado, no tiene futuro;
en definitiva, no tiene vida ni por lo tanto se ríe, llora, suelta
un par de tortas, discute, tiene novia, tiene novio, conduce un
coche… De si uno es o no es inteligente dependerá como responda a
esa fascinación y como pueda sacarle provecho y ya si eso convertir
el “yo, yo quiero” en “yo, yo puedo”. Chavales, ya podéis
empezar a repetiros “yo, yo puedo” “yo, yo puedo” hasta el
hastío que así no os convencéis ni vosotros mismos.
Muchas
de las bandas que conozco se parecen a Stillwater. Llenas de gente
que, más que tocar rocknroll, visten rocknroll y pasean
amplificadores como si pasearan a un perro en el bolso. El gran
problema, desde aquí, en calzoncillos, es que la mayoría de la
gente o no sabe, o no puede o no quiere, ser más que el reflejo de
lo que ya conocen. Stillwater pretendían ser, creemos, Led Zeppelin
(me molesta nombrarles tanto de repente) y estas otras bandas
pretenden también. Igual no de una manera consciente - consciente
sería mejor - pero definitivamente lo hacen. Pretenden ser duros o
pretenden ser blandos, pretenden punk o pretenden pop pero todos
pretenden. La mayoría de las bandas que conozco son el reflejo vano
de otras tantas bandas que conozco. Posiblemente por eso, no son
bandas sino, yo que sé, colegas, amiguetes, cocainómanos que
solventan la conciencia de su adicción rodeados de otros
cocainómanos…
El
dinero no tiene nada que ver con ello. La notoriedad no tiene nada
que ver con ello. Este problema no resuelve diciendo “eh tío, esto
sí que es underground” Me la suda el underground.
Eh,
pretender no es malo pero si pretendes, hazlo bien. Por suerte
también conozco bandas que lo pretenden todo, por encima de muchos,
y bandas que no pretenden nada. Ambos extremos me parecen geniales.
Lo que no me parece genial es la mediocridad, el humillante intento
de parecer pero no ser, de imitar, de ser reflejo de una imagen que
pertenece a la historia y es inmóvil. El otro día creí que me
cruzaba en un concierto con Stiv Bators, lo juro. Obviamente no era
Stiv Bators, era un tío de Madrid que parecía sacado de la portada
del Young,
Loud and Snotty.
Me dieron ganas de decirle que parecía una postal y que, encima, su
grupo era malísimo.
Voy
a acabar el artículo aquí. Realmente, no tengo mucho más que decir
y no espero que se me entienda. Sólo lo he escrito para que, a mi
lado, Coppel parezca mucho más gilipollas.
Cayo
Valerio
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