David Geffen es un genio de los
negocios, un puto genio. Ha sido el Messi de la industria del
entretenimiento norteamericana durante los últimos cincuenta años.
La historia de su vida es alucinante. Tiene el argumento y la
estructura del clásico sueño americano. El año pasado se estrenó
un documental que repasa su vida: Inventing David Geffen.
El puto David Geffen ganando millones |
Le tocó nacer en Brooklyn en 1943, y
en una familia judía y pobre. Soñaba con vivir en California, ganar
mil dólares a la semana y tener un Cadillac descapotable. Y cuando
acabó el instituto se marchó a Los Ángeles a vivir el sueño. Tuvo
muchos pequeños trabajos vinculados a la industria del cine pero lo
echaron de todos. Conoció, sin embargo, a una directora de casting.
“Oye,”, le dice el joven David, “¿cómo hago para meter la
cabeza en esto?” “¿Tienes estudios?”, le pregunta ella. “No”,
dice él. “¿Algún talento especial?” “No”, dice otra vez.
“Entonces deberías convertirte en agente de artistas.” David no
sabía nada del asunto pero sí sabía esto: iba a triunfar, a lo
bestia, iba a ser muy rico.
Volvió entonces a Nueva York y rellenó
una solicitud para trabajar en la agencia de representantes William
Morris. Mintió. Dijo que había estudiado en la Universidad de
California, y que había trabajado como ayudante de realización en
un conocido programa de televisión. Al día siguiente lo
contrataron. Su trabajo consistía en clasificar el correo de la
agencia. Mientras recorría los despachos repartiendo las cartas
escuchaba a los agentes gritando al teléfono y mintiendo como hijos
de puta. “Dios,”, pensaba el joven David, “esto es lo mío.”
Pero al poco de haber sido contratado
echaron a su supervisor. “¿Qué has hecho?”, le preguntó David.
“Mentí en la solicitud”, respondió el tipo. Desde aquel día
David llegaba al trabajo antes que nadie para revisar meticulosamente
el correo. Cuando llegó la carta de la Universidad de California, en
la que decían que por ahí no había pasado ningún David Geffen,
David la abrió con vapor, cambió lo que decía y la volvió a
cerrar. Esa es la clase de talento que requiere ese mundillo, David
tenía que triunfar.
Quería trabajar en la división
dedicada al cine pero un fulano llamado Jerry Brand, el jefe del
departamento de música, lo convenció para que se metiera en el
negocio discográfico. Y David se lanzó a buscar nuevos talentos
para convertirse en su representante. Empezaba la segunda mitad de
los 60. David encontraba artistas, les conseguía un contrato y se
llevaba su porcentaje. Entonces lo llamaron de la oficina de
reclutamiento, tenía que ir a Vietnam. Tuvo que rellenar el
formulario que el Gobierno daba a todos los que llamaban a filas.
Una de las últimas preguntas era: ¿Tiene tendencias
homosexuales? “Tú pon que sí”, le dijo un amigo. Y así se
libró. (Resulta que no mentía porque David Geffen es gay).
En 1969 David ya llevaba varios años
siendo el agente de Laura Nyron. Confiaba tanto en ella que abandonó
su trabajo en William Morris. Laura Nyron era una buena compositora y
cantante, pero no quería salir de gira. Le había conseguido un
contrato con Columbia Records, que por aquel entonces llevaba a los
números 1 en las listas de ventas. Pero sin salir de gira no había
forma de dar a conocer el disco. Vendieron solo 25-30 mil copias.
Para lanzar su carrera David decidió fundar un pequeño sello, Tuna
Fish Music, y conseguir que otros grandes intérpretes cantaran las
canciones que ella componía. Fue un éxito absoluto. Lograron que
tres de sus temas estuvieran entre los diez más escuchados del país.
En 1969 Laura Nyron ya era famosa. Lo mismo que Tuna Fish Music y el
propio Geffen. Entonces vendieron el sello a Columbia por 4 millones
de dólares. En cuatro o cinco años David Geffen había hecho a
Laura Nyron rica y famosa (y a sí mismo también). Tenía 26 años.
Geffen y Laura |
En 1971 se mudó a Los Ángeles y se
asoció con Elliot Roberts, amigo y antiguo compañero en William
Morris. Juntos fundaron la agencia de representantes Geffen &
Roberts (típico). Elliot era el agente de Joni Mitchell, Neil
Young, Crosby, Stills y Nash. Se asoció con David porque sabía que
junto a él ganaría mogollón de dinero. David siempre se salía con
la suya. Un ejemplo: un poco antes de que se asociaran, en 1968,
Elliot llamó a David. “Macho, necesito tu ayuda.” Gracias a Joni
Mitchell, Elliot había conseguido ser el representante de Crosby,
Stills y Nash. Crosby y Nash tenían contrato con Columbia pero
Stills estaba atado a Atlantic. Para poder grabar un disco necesitaba
que los de uno u otro lado rescindieran sus contratos y se pasaran al
otro. “Vale, no te preocupes”, le contestó David. David pensaba
que Columbia era el mejor sello por aquel entonces, así que fue a
reunirse con los de Atlantic Records para conseguir a Stephen Stills.
Entró ahí exigiendo, con su habitual arrogancia, y salió
recibiendo gritos e insultos. Pero al día siguiente el dueño y
fundador de Atlantic Records, Ahmed Ertegün, llamó a David para
disculparse y organizar un encuentro. El señor Ertegün pensaba que
era mejor llevarse bien con David. Después de reunirse, David tuvo
tan buena impresión de el señor Ertegün que decidió llevar a los
que faltaban a Atlantic. Se reunió con Clive Davis, de Columbia, al
que ya había tratado mucho, y le cambió un grupo de mierda por
Crosby y Nash. Luego estos firmaron con Atlantic. Sacaron su primer
disco en mayo de 1969. Y todos los discos que vinieron, también los
que hicieron con Neil Young, los hicieron para Atlantic.
En 1971, entonces, Geffen y Roberts
fundan su agencia de representantes y establecen su cuartel en Sunset
Bulevar. Nadie cuidaba a sus representados tan bien como ellos. Todos
eran amigos. Y David y Elliot hacían la pareja perfecta. Elliot
estaba más cerca de los músicos, era el que los acompañaba durante
los conciertos y las giras, el que les conseguía la yerba, salía de
fiesta y fumaba con ellos, y David, que era el que sabía de dinero y
negocios, se encargaba de cerrar contratos y gritar por teléfono.
Un día recibieron la cinta de un
chaval llamado Jackson Browne, un cantautor. Todos los artistas que
representaban hacían música de esa. A David le emocionó. Decidió
ficharlo y recorrer todas las casas de discos de la ciudad para que
alguien lo contratara. Pero nadie quería. Al final David fue a ver a
su amigo Ahmed Ertegün, de Atlantic Records. “Ahmed, tienes que
contratar a este chaval, va a vender millones de discos, te va a
hacer mucho más rico.” “Yo ya soy mucho más rico”, le
contestó el señor Ertegün. “¿Por qué no fundas tu propio
sello, le haces un disco y te haces mucho más rico tu?” Y lo hizo.
Ese mismo año de 1971 David Geffen y Elliot Roberts fundaron Asylum
Records.
Nació para ser un sello familiar, para
publicar a Jackson, Laura Nyron y algún cantautor más. (Por cierto
que Laura Nyron traicionó a David y se fue a Columbia). A David le
gustaba cuidar a los artistas que contrataba. Le importaba de verdad
conseguir lo mejor para ellos. Le gustaba ser el centro de la vida de
esas personas, el que les conseguía el dinero, el que no dejaba que
nadie les tocara los cojones. Quería hacer por todos ellos cosas que
nadie más pudiera hacer. Si no tenían casa en Los Ángeles podían
quedarse en la suya, o les pagaba un sueldo para que buscaran un
sitio… Todo los chavales aspirantes a músicos querían que David
se hiciera cargo de ellos. Todo lo que tocaba se convertía en oro.
Un noche, por ejemplo, conoció a un chaval llamado Glenn Frey, que
era parte de un dúo. “Tu tienes que buscarte un grupo”, le dijo.
“Corre, forma un grupo.” Y Glenn Frey formó los putos Eagles. Le
dio dinero para que pagara el alquiler, comprara un coche, y hasta
para que fuera al dentista. Y dejó que se concentrara en la música.
“No te preocupes, tú concéntrate en componer. Te voy a hacer rico
y yo me voy a hacer aún más rico”, le dijo. Y fue justo así. Y
al loro con los putos Eagles, porque en 1976, después de haber
sacado cuatro discos, a David Geffen se le ocurrió hacer un Grandes
Éxitos. A nadie se le había ocurrido hacer un Grandes Éxitos tan
pronto, pero el disco fue un bombazo. Hasta hoy es el disco
recopilatorio más vendido de la historia: 42 millones de copias. Y
su quinto álbum de estudio, Hotel California (1976), ha
vendido hasta la fecha 32 millones. Al loro.
Pero para entonces David y Elliot ya no
eran los únicos dueños de Asylum Records. Y aunque fue idea suya,
en 1976 David ya no era parte del sello. Hacer de padre y de héroe
de tanta gente alimentaba el gigantesco ego de David Geffen pero
también empezó a cansarle. En 1972 David y Elliot vendieron Asylum
al grupo Warner Communications. Un fulano llamado Steve Ross era el
jefe del grupo y quería a David porque sabía que era una
superestrella. Asylum se fusionó con Elektra y se convirtió en
Asylum/Elektra Records. David y Elliot se embolsaron dos millones de
dólares y David siguió al frente del sello, sólo que trasladó su
despacho más arriba. En 1973, el porcentaje de discos que publicaban
y que tenían éxito era mayor que el de cualquier otra discográfica.
El negocio de la música daba mucho dinero. David siguió
preocupándose y cuidando a sus artistas pero ya no era como aquel
primer año. El sueño hippy de algunos se desvaneció. Otros sabían
que pasaría antes o después, David Geffen tenía que llegar mucho
más arriba.
David fue el jefe de Asylum hasta 1975.
Firmaron entre otros a Tom Waits, con el sacaron siete discos (sus
siete primeros discos), Joni Mitchell, que seguía siendo la
representada de Elliot Roberts, Bob Dylan and The Band o los propios
Eagles. En 1975 David Geffen fue a ver a Steve Ross y le dijo que
quería dejarlo y dedicarse a las películas, que era lo que quería
haber hecho desde un principio. Ross lo nombró vicepresidente de
Warner Bros Pictures. Lo despidieron tres años después, en 1978,
por hacerse el chulo y tocar las narices a demasiada gente.
Dos años después llegó a otro
acuerdo con Warner Communications y levantó su tercera empresa:
Geffen Records. Sus primeros fichajes fueron galácticos: Donna
Summer, una conocida artista disco, Elton John y John Lennon.
El 17 de noviembre de 1980 se publicó Double Fantasy, el
primer disco de Lennon desde 1975, y el último. Llegó al número 8
de las listas de ventas. Dos semanas después asesinaron a Lennon, y
en siete días el disco ya era número 1. David también fichó a
Neil Young, al que conocía desde hacía mucho. Sus dos primeros
discos para la compañía fueron Trans (1982), que estaba
lleno de vocoders, sintetizadores y cajas de ritmos, y Everybody’s
Rockin’ (1983), un disco de canciones rockabilly que
grabó con los Shocking Pinks. Como fueron un poco fiasco, en 1983 la
compañía lo demandó por hacer deliberadamente “música no
representativa de su carrera artística”. De traca. El proceso
llevaba abierto un par de años cuando David decidió retirar la
demanda. Se arrepintió.
Antes de esto, solo un año después de
iniciar su actividad, en 1981, David Geffen decidió que la compañía
también tenía que producir películas y espectáculos teatrales. Su
primera elección para Geffen Films fue Risky Bussiness, un
proyecto que habían rechazado todas las productoras de la ciudad. Se
estrenó en 1983, y ¿adivináis lo que fue? Pues un puto éxito. Y
luego llegaron muchos más, pero no hay espacio para hablar de ellos.
Descargaos el documental.
La división musical de la compañía,
en cambio, no iba bien. A diferencia de Asylum, que fue un negocio
rentabilísimo desde el día 1, Geffen Records perdió dinero durante
los cinco primeros años. En 1985 acababa su contrato con Warner
Communications. Un año antes David se acercó a ver a Steve Ross.
Como la empresa no tiraba le pidió cinco millones de dólares para
relanzarla. Steve Ross no le quería dar el dinero y entonces David
le dijo: “Vale, olvídalo. Dentro de un año, cuando acabe nuestro
contrato, me vendes tu 50% de Geffen Records y asunto arreglado.” A
Steve Ross le pareció bien porque ya no confiaba en el sello.
Mala jugada. Desde 1985 la compañía
empezó a ganar mucho. Estuvo en la cresta de la ola hasta 1990.
David Geffen sabía que la fórmula que le hizo rico en los 60 y los
70 ya no servía. La música al estilo los Byrds o los Eagles ya
estaba fuera. Y como esa era la música que a el le gustaba y no
sabía de qué iba la movida ahora, contrató a tres cazatalentos:
Tom Zutaut, John Kalodner y Gary Gersh.
Kalodner le llevó a Aerosmith. Su
primer disco con Geffen, en 1985, era el octavo de la banda. Después
sacaron tres más, cuatro en total. El último fue Get a Grip
(1993). Ocupó los primeros puestos de las listas de ventas en
mogollón de países. Hoy es el disco más vendido de la banda (20
millones de copias).
Zutaut fichó para Geffen en 1986 a
otro superventas: Guns N’ Roses. Estuvieron alrededor de año y
medio preparando su primer disco. El 21 de julio de 1987 salió a la
venta Appetite for Destruction, Un año después había
vendido doscientas mil copias. A algunos miembros de la compañía no
les parecía suficiente y quisieron darles la patada. Zutaut se llevó
las manos a la cabeza: “El disco va a vender por lo menos cinco
millones de copias”, le dijo a David, “Solo necesitamos ponerlo
en la MTV.” Hasta entonces la cadena no había querido ponerlo.
David Geffen llamó a quien tenía que llamar y consiguió que
pasaran el video de Welcome to the Jungle un domingo a las
cuatro de la mañana. Al día siguiente la centralita de la MTV
echaba humo, todo el mundo quería que pusieran el video otra vez.
Appetite for Destruction se vendió a lo loco. Hasta hoy 28
millones de copias. Los otros cinco álbumes de estudio de la banda
también los publicó Geffen Records, y el que menos ha vendido 7
millones.
Visto el éxito de ventas que podían
ofrecer grupos así, en 1990 David Geffen funda un subsello dentro de
la compañía: DGC Records (David Geffen Company). Publicaron, entre
otros, Goo (1990) y Dirty (1992), de Sonic Youth, con
los que aún grabarían siete discos más, y Nevermind (1991)
de Nirvana, que es el disco más vendido del catálogo de DGC (30
millones de copias). David Geffen aún era el jefe de la compañía
pero ya no era su único dueño. Se la vendió a MCA Music
Entertainment (luego renombrada Universal Music Group) y con la
operación acabó ganando cerca de 800 millones de dólares. En 1995
salió de la compañía. Ya era multimillonario. Aquella fue su
última aventura en el negocio musical, pero no la última aventura
de su carrera. Aún se hizo más rico.
Pero no hay
espacio para contar eso, descargaos el documental (David Geffen:
el rey del show business , se titula en español). Es divertido
ver qué poco le queda del pelazo que lucía en los 70, o cómo van
pasando delante de la cámara Neil Young, David Crosby, Elliot
Roberts, Jackson Browne y otros de sus compañeros de fatigas de los
70; y ver cómo han envejecido unos y otros; y comprobar cómo los de
un lado aún llevan el pelo largo y los del otro, los de las grandes
compañías, lucen un moreno que da asco. Un pedazo del cuadro de la
gigantesca industria del show business en Estados Unidos, y
para el que sepa leer, una lección sobre cómo hacerse millonario.
"Chupamela" |
Carlos D.V. "Carlitos"
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