La breve historia de The
Gits es la historia de los perdedores. Y aunque los perdedores
sean mayoría, no todos merecen el lamento de su generación ni de
las futuras. El caso de The Gits es, en cambio, trágico por
injusto.
“Es un buen lugar
para esperar a la muerte y asfixiarse en su normalidad y su
conformismo” dijo Jammie Git acerca de Horsham (Reino Unido),
ciudad de la que surgieron para quedarse. The Gits nunca
lo lograron más allá de las fronteras de Sussex. Pero es que a The
Gits nada les salió nunca bien, excepto muchas canciones.
Porque las canciones de
The Gits lo tienen todo para merecerse un lugar en sus oídos y sus
corazones. Atados siempre in extremis a las estructuras pop y
una tradición tan británica como hacer canciones jodidamente
buenas, The Gits llevaron sus canciones de un lado a otro del
espectro sonoro británico, sin demasiados alardes experimentales –
salvo excepciones- y un sonido gris, imperfecto pero genial.
Canciones que bailas con pena porque así es como deben bailar en
Horsham, demostrando un talento para la melancolía que abruma. A
pesar de todo, The Gits ni estaban tristes, ni se tomaban muy en
serio así mismos. Ya se encargan de demostrarlo en los interludios
que pueblan sus cintas hasta Songs for Swinging Shepherds, o
el final de la cara B de Golden Hour donde se despiden de sus
fans con un discurso de agradecimiento de plastilina.
Incluyendo contadas
incursiones en los caminos de la experimentación post-punk, The
Gits lograron combinar una genial amalgama de elementos para crear
canciones ingenuas pero memorables, oscuras pero sonrientes; sin
glamour pero con mucho, mucho estilo. Canciones que, hasta la fecha,
pueden encontrarse en una colección de 4 cintas nunca publicadas (
Men or Gods?, Chris Morris, Golden Hour y Songs for
Swinging Shepherds), el EP Mothers Know How y un único
single “Two many people & Happy Song” que no llegó
a editarse debido a un error en la masterización. En total, una
veintena de canciones durante los tres años de su brillante vida
musical. En la práctica, la mayoría de las canciones de las tres
primeras cintas son las mismas. Sin embargo, en Songs for Swinging
Shepherds se produce un giro en favor de un sonido más pulido,
de una perla más brillante. Quizás, entre 1988 1989, las
canciones perdieran algo de esa inocencia tan favorecedora.
A pesar de todo, si
Golden Hour hubiese válido como carta de presentación de
estos señores al mundo, hoy en día existiría una alternativa Pop
al pop… Grandes canciones siembran grandes esperanzas pero por sí
solas, y por desgracia, no cosechan éxitos duraderos.
Y
como todas las esperanzas perdidas, The Gits tiene quién los redima
veinte años después. El sello de indie-pop alemán FireStation
Records está preparando un CD que recopilará lo mejor de esta
banda inglesa cuya fugaz carrera dio para muchas glorias y muchas
penas.
Cayo Valerio
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