En
los últimos dos meses he ido a cuatro conciertos por aquí en Coruña
que han estado de puta madre, no se puede decir que no se cueza el
asunto en la ciudad, de hecho, quien no quiere ir a conciertos en
directo baratos y de calidad es porque es un chupapollas.
El
primero al que fuimos Pedro (el mono que solía ser nuestro redactor)
y yo fue en la “Casa Tomada”, un recinto dabuti en la estación
de tren de la ciudad, donde no solo van grupos buenos, sino que
además la cerveza está a euro y medio con lo que puedes refrescarte
por un precio irrisorio. Ese día actuaban Terremoto
sí y Lobisome.
Los primeros son un grupo ruidoso y que me parecen increíbles, un
sonido distorsionado con voces exclamando ser azotadas de manera
melodiosa, casi me parto el cuello bailando con ellos, tocan rápido
y frenético, no os los perdáis si pasan por vuestra deprimente
ciudad, cerrad el vídeo porno que estéis visualizando, limpiaros la
verga y bajad a la sala donde toquen para ver si encontráis a alguna
muchacha insidiosa que también los disfrute entre el público, si le
molan los Terremoto entonces esa tía vale la pena.
Luego
vinieron Lobisome,
desde Pontevedra, trajeron un sonido “serie B”, con un material
que a mí me pareció cojonudo, a pesar de que en la sala no estaban
muy inclinados a bailar enloquecidos, algunos nos pusimos modo
“slam-dance” y decidimos agitarnos como posesos, su mierda lo
reclamaba, nos pedía a gritos volvernos hombres lobo, estos tres
cabrones trajeron la luna llena a Coruña y algunos nos transformamos
y mordimos a diestro y siniestro.
Si
hubieran venido vestidos de enfermeras nos habríamos dejado inyectar
en el culo lo que ellos hubieran querido.
Aquella
noche la lié en un kebab, en una hamburguesería ahuyenté a un
borracho y fui premiado con una hamburguesa completa, más tarde
fuimos al bar Faluya donde mi comportamiento pesado de borracho me
hizo pensar que era mejor irme a la cama, aquellas dos botellas de
vino no me sentaron tan bien como deberían y el llevar varios días
bebiendo me tumbó y me dejó sonado como si de un boxeador welter
mediocre se tratase.
Al
cabo de un par de semanas tocaba volver a la carga. Joder, tocaban
otra vez los Terremoto
sí, esta vez en el
“Embora” de Santiago de Compostela y acompañados de Uzumaki
y de Cuchillo de Fuego,
además era gratis, así que perderse eso no tenía sentido.
Agarramos botas y camisa nueva, mi querida mujercita y yo, y llegando
antes de que empezaran, pedimos unas cervecitas para ver cómo
encajar el principio del show.
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Esta es mi piba |
Comenzaron
los de Terremoto, y no os voy a dar la plasta de nuevo, fueron la
polla, nadie bailaba excepto un melenudo que tenía al lado y yo, por
supuesto. Acabaron y empezó Uzumaki,
entonces fue cuando me enteré de que el capullo de greñas que tenía
al lado bailando era el guitarra del grupo, joder ese tío que se
había peleado bailando conmigo antes ahora tocaba… El amo. Los de
Uzumaki
son dos, el guitarrista y un bajista, del golpeteo se encarga una
caja de ritmos. Está de puta madre, si esa fórmula le funcionaba al
puto Steve Albini, en Ourense también funciona, de hecho creo que el
pitido de oídos que tuve 4 días después fue por estar pegado al
amplificador de este grupo. Martillearon mi cabeza he hicieron lo que
quisieron, la verdad es que sonaron increíble. Tocan a una velocidad
de infarto y además tienen un sonido que te agarra de los tobillos y
te hace mover todo el cuerpo. Les insulté un poco, les llamé
maricones y tal, pero es que me estaban molando y eso no puede ser
tío, si me llegas, te insulto, además el bajista se quitó la
camisa, hacía bien su trabajo, se equivocó una vez, y lo reconoció,
no te preocupes tío, nos estabas flipando.
De
los Cuchillo de fuego
no me acuerdo muy bien, la gente estaba más animada que con los
anteriores, todos bailaban ya, y yo estaba pedísimo, así que me
imagino que fueron buenos que te cagas, pero preguntadle a otro que
viniera al concierto porque no tengo ni puta idea de cómo sonaron,
solo sé que me empujaron, que le pisé los pedales al guitarra que
se enfadó y me echó del escenario improvisado y tope cutre que
había allí y que el cantante se abalanzaba sobre el público, nada
más.
Eso
fue un jueves, pues bien, el sábado de esa misma semana los chicos
de Donato junto con los de Discos Porno organizábamos un concierto
donde tocaban Uzumaki
y nuestros queridos amigos The
Buildings .
Primero
de todo, deciros que en la sala en la que tocaron fue el “Joana’s
place” un antro donde habíamos visto a algún que otro grupo local
bastante aburrido. Debe ser que en ese garito están acostumbrados a
que toquen grupos tostón que hacen que el vecino de arriba no
denuncie a la policía local porque le ayudan a quedarse frito
mientras se la casca viendo fotos de jovencitas. El caso es que ya en
la prueba de sonido la pedorra que se encargaba del local pidió que
se bajase el volumen… Vamos a ver tronca, era un concierto de punk
rock, te habíamos pasado las canciones de los grupos, que no debiste
escuchar porque eres una puta ¿y nos vienes con esas ahora? QUE TE
DEN. Y le dieron bien por el culo, porque los de Uzumaki,
a pesar de notárseles un poco cansados por llevar todo el fin de
semana tocando, dieron tralla y cuando llegaron los jodidos Buildings
se cagó la perra.
Estos
llevaban también tocando varios días, pero venían a lo que venían,
The Buildings
no se amilanaron, hay que mover el culo con estos tíos. El apoyo
local no fue muy notorio, no fuimos más que un puñado de
indeseables, pero cojones, al menos nosotros nos agitamos como perros
rabiosos para suplir la calma del resto, y es que estos tipos son
increíbles, su sonido es inmejorable y si te gusta el pop o el punk
o lo que mierda te guste, pues te van a parecer buenos. Su EP “I’m
Alone” es tremendo y las canciones que tocaron me hicieron bailar
hasta marearme.
En
medio del directo llegó la encargada a decir que un tema más y se
acababa el espectáculo, pero ni ellos ni nosotros estábamos
dispuestos a eso. ¿Qué pasó? Pues bueno, como solo les dejaban un
tema más, pero la cochina esa no especificó cuánto debía durar…
dieron el resto del concierto seguido y a tomar por el culo. Podía
parecer una piedra en el camino, pero troncos… fue la hostia en
vineguer! Se quedó una versión de Nirvana
en el tintero, pero es
que cuando Toni, el guitarra cacereño del grupo, se lanzó sobre
Gonzalo, el batera, ya nada podía venir más que el desplome del
tugurio ese.
Al
final acabó llegando la madera, el vecino no podría pelársela a
gusto con estos tíos dándole el coñazo y acabó llamando al 092,
es la que hay, nosotros vendimos unos fanzines y la noche con los
Buildings
por Coruña fue memorable, “El Rus” dio buena cuenta de ello.
Pero
amigos, aquí no acaba el asunto, hace unos días me enteré de que
venía a la “Casa Tomada” ni más ni menos que el puto Mike Watt,
el bajista de los Minutemen, probablemente el grupo que más respeto
y admiro en estos momentos, iba a tocar en la puta mierda de ciudad
en la que vivo, en el puto garito más cojonudo para dar conciertos
que hay en kilómetros a la redonda, para que Pedro (que vino en
patines y vestido de ramera) y yo lo viésemos… y por ocho
miserables y cochinos euros nada más… WE JAM ECONO.
Pues
bien, era martes de carnaval y me había atiborrado de lacón,
costilla, grelos y todo el fandango que acompaña a la comida
festiva, incluido el vino de Casa Cuenca, un cosechero muy bueno que
compran mis padres para los cocidos y las cenas en general.
Llegamos
antes de tiempo y yo la verdad que no sabía quién tocaba y quién
no (aparte del anciano de San Pedro, California) .
El
caso es que el concierto empezó y todos mirábamos al escenario
hasta que nos dimos cuenta de que el primero en actuar no estaba ahí
sino que se había puesto a dar su espectáculo encima de un alto que
hay a la espalda del público. Era un suizo que tocaba la guitarra
clásica amplificada y que tiene por nombre L'Œillère.
Tocó
un rato música extraña llena de sonidos extravagantes y de recursos
raros y silencios acompañados de ruidos minimalistas, para mi gusto
un tanto excesivo, pero joder el tipo era original y no tocaba nada
mal. A este hombre le siguió Guess
What, dos notas que
vinieron disfrazados de árabes con unos atuendos muy peculiares y
que hacían una especie de música con organillos y teclados, además
de una minitrompeta que tocaba el batería, emulando una mezcla entre
la antigua Persia y la música que hacen los gitanos para que una
cabra se suba sobre una banqueta.
Si
hubiesen recortado la duración del concierto a la mitad hubiera sido
bestial porque al final se hacían un poco pesados y monótonos, pero
no estuvieron mal. Al terminar ellos, volvió el tipo de la guitarra,
pero joder nosotros queríamos ver a Mike
Watt y The
Missingmen, así que
salimos a que Pedro fumase un cígar y a tomar el aire unos segundos.
Volvimos,
se subió al escenario Raúl Morales, el batería de
The Missingmen y luego
Tom Watson, el guitarrista, y por la puerta entró un orondo hombre
grande y envejecido que albergaba el aspecto que algún día tuvo el
joven y delgado Mike Watt pero deformado por los años, cojeando y
subiendo a la palestra ayudado por sus dos compañeros de grupo. Nos
miró y empezó a hablar, no se qué dijo, pero es Mike Watt, un tipo
listo y que sabe de qué habla así que seguro que estaba diciendo
algo cojonudo, lo único que entendí fue: “We’re going to play a
45 minutes song in 30 parts” y entonces pensé: “aquí no ha
pasado el tiempo y si su cuerpo lo ha notado, su mente sigue siendo
tan genial como en 1980”.
El
concierto fue de lo mejor que he visto jamás, le dio una caña
increíble, el grupo sonaba impresionante y Mike Watt tripulaba una
banda impresionante que se había juntado para seguir rodando en la
carretera, dando color a las ciudades en las que se detenía y
reventando tu puta cara de idiota allá donde enchufase ese bajo
desgastado. Tocaron sus temas propios y al final unos cuantos de
Minutemen que sonaban acojonantes. También hicieron una especie de
Jam Session con los otros dos grupos que fue bastante entretenida.
Hay
conciertos de la banda subidos a internet, podéis verlo y haceros
una idea, pero si de verdad queréis alucinar, no dejéis de ir a
verlo en directo, porque es para recordar.
Antes
de terminar la reseña, he de advertiros que estoy un poco cabreado.
Es mi estado normal, soy un malhumorado y un poco mamón, pero a
veces pienso en la movida en la que quiero estar, y veo a otras
personas que son un poco capullas. Dónde estábais en el concierto
de Mike Watt? No os culpo por ello, pero esa gente que edita sus
fanzines en papel de 50 gramos… madre mía cuanta paja... Por el
contrario, la gente que se sienta en una mierda después de haber
dado un concierto increíble y de haber pasado la noche colocados
contigo (Santi que te den), la peña que su bebida favorita es la
“limonada” (una limonada con más vodka que limón) y la que se
queda hablando y bailando contigo en los conciertos… Para mí esa
gente, y no los lameculos que solo se alaban y van a ver entre ellos,
esa gente y solo esa gente, son la Gente Donato.
Carlos
Coppel Pérez-Herrera