La soledad del corredor de fondo




So I got bored and left them there,
they were just deadweight to me
better down the road without that load
(Trasher, Rust Never Sleeps (1979))




Es hora de que alguien le diga a Neil Young que su tiempo parece haberse acabado. Que descanse, que se acomode.

Hay algo en la juventud que permite analizar críticamente un disco mejor de lo que podría resultar del bagaje de toda una vida dedicada a la música. Tiene que ver tanto con la intuición como con la renuncia automática a la malentendida pleitesía con la que defienden estas tardías obras los periodistas musicales.
Personalmente, me alegra mucho – y seguro que a él también – la conciencia de que la repercusión de los últimos trabajos de cualquier músico con una carrera tan llena de referencias nunca sobrepase la doble página que le dedican revistas tan antiguas como sus primeros discos: los restos de sus recientes naufragios musicales son rápidamente engullidos por las marejadas de nuevas y no tan nuevas bandas que ondulan en el océano web del siglo XXI. Mientras, sus discos clásicos y no tan clásicos sobreviven, convertidos en buques de guerra y portaaviones que hunden discípulos tardíos.

El de Neil Percival Young no es el caso típico de un músico que vuelve. Él nunca se fue y para ello podéis corroborar cuantos discos ha editado desde 1966 hasta la fecha.

Dos cosas pueden ocurrirle a un músico con sus años: o bien pierde el norte o bien comienza a repetirse. Pues Young se repite hasta la saciedad.
 
¿Qué? ¿Qué traen de nuevo Praire Wind, Chrome Dreams, Living with War, Fork in the Road, Americana o el último Psychedelic Pill? ¿Qué hace que no haya hecho antes mucho mejor? No importa si vuelve al folk acústico que dio como resultado canciones geniales durante décadas (sí, décadas) o continúa por la senda del fuzz rock de los Crazy Horse; sea lo que sea lo que sale desde hace diez años de sus grabaciones, no vale una mierda.

No es que estemos en posición de pedirle a Neil Young que innove a estas alturas. Estamos hablando del tipo que introdujo el ruido en la tradición folk americana, elevando el nivel de distorsión antes que nadie(a excepción de su adorado Hendrix) y al que los años noventa, los de Sonic Youth, Dinosaur Jr, Pixies, Pavement, Nirvana, Mudhoney, Pearl Jam, es decir, los putos geniales años noventa, le deben parte de su gloria. Cualquier reclamación acerca de esta última frase la mandáis a las oficinas de Donato, aunque mientras podéis buscar el recopilatorio The Bridge, donde algunas de las bandas nombradas pagan su particular tributo versionando varios temas clásicos del canadiense. Además, opino que Mirror Ball (1995), disco grabado con Pearl Jam (con la mínima presencia de Eddie Vedder ¡Toma ya!) es uno de los mejores discos jamás editados por Young.

¡Oh! Hablamos también del tipo que en el año 1982 estrenó su contrato con Geffen Records con un disco electrónico lleno de sintetizadores y temazos como Computer Age o Computer Cowboy (aka Skycrusher). Creo que intentó “innovar” de nuevo con Le Noise (2010) junto al productor Daniel Lanois. Aprovechando su pasión, ampliamente demostrada, por el fuzz, juntos produjeron un disco vacío, a base de capas y capas de guitarras que no tenían ni fin ni objetivo concreto, un disco que aburría hasta la extenuación.

En cierto modo, el canadiense ha tenido que sentirse siempre muy solo. Un repaso a su historia deja muy claro que la suya fue siempre la carrera de un solitario corredor de larga distancia y, por lo que parece, un corredor sin meta.

Es curioso que el pistoletazo de salida lo diera Richie Furay, su compañero en Buffalo Springfield junto a Stephen Stills, con “A child´s claim to fame”, una canción acerca del enorme ego que arrastraba Young ya en su primera etapa y que coincidió con su huida a Canadá durante la grabación del segundo álbum de la banda, Buffalo Springfield Again. En este mismo disco, por cierto, se incluyeron dos canciones que Young compuso y grabó sin la participación de la banda: Broken Arrow y Expecting to Fly, otro título premonitorio de su futuro musical.
Buffalo Springfield

Tras la dramática ruptura de la banda tras tres discos en apenas dos años, en 1969 se unía a Crosby, Stills y Nash en ese supergrupo de folk vocal que fueron C,S,N&Y. Esa & es representativa del papel que Young quería jugar en la nueva banda: apenas un año después de la ruptura, entraba a formar parte de un proyecto en manos de Stills que ya gozaba de éxito entre el público americano. Young ya se ocupó de avisar, por contrato, de que se le permitiera continuar la carrera de su nueva banda, Crazy Horse.

Con su participación, los Crosbys grabaron un único disco Deja Vu, que entró directo a las listas de éxitos; pero su mayor éxito vino después en un single, Ohio, con el que alcanzaron directos el número catorce de las listas de éxitos. Ohio fue escrita por Neil Young y fue esa canción la que les aupó al escenario de Woodstock, concierto que editarían en 1970, y al de Altamont, donde fueron recibidos como auténticas estrellas. Después, la misma historia. Stills y Young compiten por ser los mejores compositores y Nash recela en silencio como buen inglés, a pesar de ser autor de buenas y cursis baladas folk. C,S,N&Y hicieron una nueva gira al año siguiente y disolvieron la sociedad.
CSNY

Aunque Crosby, Still y Nash se han reunido con regularidad desde entonces, sólo en contadas ocasiones Neil Young ha vuelto a tocar, grabar o dejarse ver con sus antiguos compañeros, a pesar de que fuera capaz en sólo un año de apropiarse del espíritu de una banda que no era la suya, sino la de su amigo y enemigo Stephen Stills. De hecho, hace poco leí que Graham Nash afirmaba, sin recelos esta vez, que el día que Young decidiera unirles todos responderían a su llamada. Sin embargo, no parece que Young esté muy por la labor. A veces pienso que debería, por un rato.

Una de estas ocasiones quedó registrada en el álbum Long may you run de 1974, bajo el nombre de The Stills-Young Band. La canción que da título está dedicada al coche que Young conducía cuando tuvo lugar el famoso encuentro fortuito con la pareja Stills – Furay y que llevaría a la formación de Buffalo Springfield, así que es fácil interpretarla como un homenaje a la difícil amistad que les unía. Fuera como fuese, su renovado amor duró sólo la mitad de la gira. Fiel a su orgullo, Young le mandó un breve telegrama a su compañero:
Querido Stephens. Es curioso que cosas que empezaron tan espontáneamente acaben de esta manera. Cómete un melocotón”.

En el breve período que va desde 1966 a 1970 Young publicó tres álbumes junto a Buffalo Springfield y dos con C,S,N&Y pero, como un esforzado atleta, tuvo tiempo también de publicar sus tres primeros discos en solitario: Neil Young (1969), Everybody Knows this is Nowhere (1970) primer disco junto a unos recién formados Crazy Horse; y After the Gold Rush el que es para mí , una de las cumbres de su genialidad.

When you see me
Fly away without you
Shadow on the things you know  
(Birds, After the Gold Rush, 1970)

Apenas cumplidos los 25 años Neil Young, que ya contaba con siete discos publicados, publica un disco ESPECTACULAR: canciones emocionantes de folk acústico en las que empieza a mostrar una particular destreza como guitarrista; acaba por germinar la semilla de los Crazy Horse con Southern Man o When you dance you can really love; e incluye la obra maestra que es After the Gold Rush, la balada onírica que da título al disco.

Este es también un álbum que marcará la tónica de sus siguientes referencias: colaboraciones elegidas a dedo, músicos amigos siempre en un segundo plano, diferentes combinaciones de los mismos personajes para una carrera que tenía un largo camino por delante. En este disco destacan sobre todas las demás, la participación de su íntimo amigo Danny Whitten guitarrista fundador de Crazy Horse y de un jovencísimo Nils Logfren, futuro guitarra de la E Street Band, que acompañó a Young con apenas diecisiete años.

Young y Whitten

Un año más y Whitten muere de una sobredosis de alcohol y Valium, apenas editado Crazy Horse (1971). Un perverso sentimiento de culpa y una amistad profunda llevaron a Young a componer una gran canción en memoria de su amigo, The needle and the damage done, incluida en su siguiente álbum en solitario Harvest (1972), que además contenía uno de los mayores éxitos de su carrera Heart of Gold, su primer número 1 en las listas.

Doesn´t mean that much to me
To mean that much to you  
(Old man, Harvest, 1972)

Desde 1972 en adelante la lista de éxitos y fracasos de Neil Young es amplia, y sus idas y venidas numerosas, voy a nombrar los que, para mí, son los mejores discos desde entonces: Zuma( 1975), Rust Never Sleeps (1979) Trans (1981), Harvest Moon ( 1992), Sleep with Angels (1994), Mirror Ball (1995). Entre medias, centenares de desencuentros con sellos, managers, músicos y amigos además de algún disco de mierdas como pianos ( Everybody´s Rockin´ , 1983) junto a una nueva banda de rockabilly llamada The Shocking Pinks.

Como no tengo intención ninguna de discutir, esto es un trozo de papel y no tenéis manera de dar conmigo, voy acabar ahora mismo el artículo. Ironías de la vida, hoy mismo se publica Live at the Cellar Door, disco que recoge un par de conciertos que dio Young, él solito con piano y acústica en 1970 y que es, con toda seguridad, lo mejor que ha publicado desde el cambio de milenio.

Warner Brothers acaba de probar mi argumento: es hora de que alguien le diga a Neil Young que su tiempo se ha acabado. Que descanse, que se acomode.



Cayo Valerio

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